Nelson Santos
Criterio de clasificación de la uveítis
Actualizado: 1 abr 2022
El criterio para clasificar la uveítis es muy amplio y puede resultar un poco confuso, pero es esencial para manejar el caso lo mejor posible y elegir el tratamiento más adecuado. La práctica médica actualmente clasifica las uveítis según las siguientes categorías principales:
1. Localización anatómica de la inflamación
2. Tejidos afectados
3. Presencia de precipitados queráticos
4. Duración y severidad
5. Manera en que se desarrollan los síntomas
6. Causa (etiología)
7. Asociación con enfermedades sistémicas
La uveítis también puede ser clasificada según este criterio adicional:
8. Lateralidad: unilateral o bilateral
9. Edad de episodio inflamatorio inicial
10. Estatus de inmunidad
11. Endógena o exógena
Localización anatómica de la inflamación

Uveítis anterior
La inflamación se encuentra mayormente en la cámara anterior. También puede haber inflamación en el iris y parte anterior del cuerpo ciliar.
Síntomas asociados
Uveítis anterior agua - dolor, enrojecimiento (hiperemia), intolerancia a la luz (fotofobia), un poco de visión borrosa
Uveítis anterior crónica - no produce síntomas
Uveítis intermedia
La inflamación se encuentra mayormente en el vítreo. También puede presentar inflamación en la pars plana y la parte anterior de la retina. Las complicaciones más comunes asociadas a la uveítis intermedia son la inflamación de la mácula y/o nervio óptico.
Síntomas asociados
Miodesopsias (flotadores), pérdida de visión central, alteraciones o disminución de la visión.
Uveítis posterior
La inflamación se encuentra mayormente en la coroides y/o retina. En ocasiones, también podría involucrar el disco óptico, el nervio óptico, vasos sanguíneos y la parte posterior del vítreo. En su definición estricta, la uveítis posterior se caracteriza por la presencia de una o más lesiones en la retina o coroides. Esto no incluye complicaciones estructurales como podrían ser: edema macular, vasculitis o inflamación del nervio óptico.
Síntomas asociados
Manchas estacionarias en el campo de visión (escotomas), pérdida de visión central, disminución de la visión. En algunos casos, la uveítis posterior no produce síntomas si las lesiones en la retina y/o coroides no afectan el campo visual.
Uveítis difusa (panuveítis)
Las tres partes de la úvea se encuentran inflamadas (iris, cuerpo ciliar y la coroides). No es inusual que además presente afectación en la retina y/o nervio óptico.
Síntomas asociados
Dolor, enrojecimiento (hiperemia), intolerancia a la luz (fotofobia), miodesopsias (flotadores), manchas en el campo de visión (escotomas), pérdida de visión central.
La uveítis nunca se manifestará de la misma forma de todes les pacientes debido a que su manifestación clínica es muy variada. Por tal razón, mantén en cuenta que puede haber cierto grado de variación en tu caso.
Tejidos afectados
Todas las partes del ojo están compuestas de tejidos y estructuras con funciones específicas. Por ende, la uveítis además es clasificada según los tejidos que se encuentran inflamados:
Uveítis anterior: Iritis Iridociclitis Ciclitis anterior
Uveítis intermedia: Vitritis Hialitis
Ciclitis posterior
Pars planitis
Uveítis posterior: Coroiditis (focal, multifocal o difusa)
Retinitis
Corioretinitis Retinocoroiditis
Neuroretinitis Retinovasculitis
Papilitis
Uveítis difusa (panuveítis):
Inflamación puede estar presente en la cavidad anterior, vítreo, retina o coroides.
Presencia de células o precipitados queráticos
La presencia de células o precipitados queráticos puede ofrecer pistas acerca de la posible causa de la uveítis. No obstante, no es un criterio definitivo puesto que la presencia de estas células o precipitados queráticos ha demostrado variabilidad durante el transcurso de recurrentes episodios inflamatorios. Por tal razón, más que una descripción patológica o diagnóstica, es una descripción clínica: ayuda a caracterizar el cuadro clínico.
La presencia de células o precipitados queráticos es contabilizada para medir el grado de inflamación y la efectividad de los tratamientos. Los precipitados queráticos son células asociadas al proceso inflamatorio que pueden estar presentes en la cámara anterior o el vítreo, dependiendo de la localización de la inflamación. La uveítis anterior es clasificada como granulomatosa o no granulomatosa según la acumulación de estos precipitados en la superficie posterior de la córnea (endotelio corneal) o el iris.
Granulomatosa
Presenta células gigantes, células epiteliales, mutton-fat keratic precipitates y lesiones coriorretinianas. La apariencia de estas células suele ser descrita como grasosa. La uveítis granulomatosa está mayormente asociada a enfermedades sistémicas. Los nódulos en el iris (Koeppe o Busacca) son células granulomatosas que ocurren en casos de sífilis y sarcoidosis, pero no casos en casos de herpes ocular y oftalmía simpática.
Algunas causas asociadas a la uveítis granulomatosa son:

No granulomatosa
Se caracteriza por la presencia de linfocitos, plasma cells o precipitados queráticos finos. La apariencia de estas células suele ser descrita como «bolas de nieve» o «cielo estrellado». La uveítis no granulomatosa está asociada estadísticamente a casos idiopáticos, pero también es provocada por algunas enfermedades.
Algunas causas asociadas a la uveítis no granulomatosa son:

Las etiologías granulomatosas pueden camuflarse como procesos procesos no granulomatosos, pero las etiologías no granulomatosas nunca se presentan como granulomatosas. Un ejemplo de ello es que la sífilis y la tuberculosis pueden presentar células no granulomatosas en su estado temprano, pero terminar desarrollando células granulomatosas durante el transcurso de la enfermedad.
Por otra parte, la uveítis intermedia suele presentar células y proteínas en la cámara vítrea. Estas células y proteínas pueden observarse como exudados blancos (bolas de nieve) en la cámara vítrea. Casos de inflamación severa, pueden presentar depósitos de estos exudados blancos en el fondo de la cámara vítrea (bancos de nieve).
Duración y severidad
La uveítis es una emergencia médica ya que las estructuras de los ojos son muy delicadas y la presencia de inflamación podría poner en riesgo la visión de les pacientes. En ocasiones es necesario tomar medidas urgentes, según los tejidos y estructuras que se encuentren afectadas, cuán frecuentes sean los síntomas y la posible asociación a enfermedades sistémicas. Por ejemplo, la uveítis posterior está asociada a complicaciones más severas que la uveítis anterior aguda o intermedia. Por ende, el tratamiento para ella debe ser rápidamente implementado para evitar el riesgo de pérdida de visión. Ahora bien, la reactivación de la uveítis depende primordialmente de su causa y cuán bien responde al tratamiento elegido.
La duración y severidad de la inflamación es clasificada según tres categorías principales: aguda, recurrente o crónica. La uveítis aguda se caracteriza por la repentina aparición de síntomas, pero que suelen durar un período corto de tiempo bajo tratamiento antiinflamatorio adecuado. En cambio, si ocurre un nuevo episodio inflamatorio luego de haber terminado el tratamiento, la uveítis se denomina como recurrente. Por último, la ocurrencia de inflamación ocular tan pronto termina el tratamiento, o aún mientras el paciente se encuentra bajo medicamentos, es indicativo de una uveítis crónica.
Algunas causas están asociadas a transcursos más agresivos que otras. Por ende, identificar la causa de la uveítis puede ayudar a dilucidar la prognosis del caso y la duración del tratamiento. Las enfermedades agudas son aquellas que pueden ser remediadas bajo tratamiento a corto plazo. En cambio, las enfermedades crónicas requieren de tratamiento a largo plazo e impactan la calidad de vida de les pacientes. Reconocer el transcurso de la enfermedad, especialmente en casos crónicos, es importante para que les pacientes puedan ajustarse a las nuevas condiciones de vida que conllevan las enfermedades crónicas. Además, permite el desarrollo de destrezas proactivas para el manejo de su enfermedad y la prevención de complicaciones.
Manera en que se desarrollan los síntomas
Los síntomas asociados con la uveítis anterior aguda suelen aparecer súbitamente y obligan a les pacientes a asistir a sala de emergencias, puesto que suelen ser sumamente incómodos y dolorosos (dolor, fotofobia, enrojecimiento del ojo). En cambio, a pesar de las complicaciones tan severas que podría causar la uveítis anterior crónica, esta se caracteriza por su transcurso insidioso: los leves síntomas que produce no son reconocidos por les pacientes. Por ende, no suelen buscar ayuda con prontitud y solo logra ser diagnosticada cuando ya ha dado surgimiento a complicaciones serias o durante una evaluación rutinaria de los ojos.
Las personas que presentan síntomas asociados a las uveítis intermedias y posteriores tienden a postergar un poco más la visita al médico. Estos síntomas, aunque incómodos, usualmente no son acompañados por dolor e incluyen: visión borrosa, manchas en el campo de visión, miodesopsias, disminución o pérdida de la visión, cambios generales en la visión, etc. Estos síntomas pueden desarrollarse de manera súbita o gradual, pero con mayor frecuencia los episodios inflamatorios iniciales son de carácter repentino. Las uveítis intermedias y posteriores deben ser atendidas con rapidez, aún cuando no presentan dolor, ya que podrían causar otras complicaciones oculares. Por tal razón, es sumamente importante buscar asistencia médica en caso de presentar síntomas. Cualquier síntoma ocular inusual es razón de peso para ser evaluado por un oftalmólogo, aún si no presenta dolor o incomodidades mayores.
Causa (etiología)
La causa exacta de la uveítis nunca llega a encontrarse en la mayoría de los casos. Por tal razón, lo más importante durante este proceso es clasificarlas como: infecciosas o no infecciosas. Esta medida permite la pronta administración de un tratamiento adecuado y disminuye el riesgo de complicaciones oculares.
Uveítis infecciosa: puede ser causada por alguna bacteria, virus, hongo o parásito.
Uveítis no infecciosa: podría ser idiopática, de origen traumático, causada por alguna cirugía ocular, asociada a alguna enfermedad autoinmune de afectación sistémica o local. Aunque inusual, la uveítis también podría ser causada por cáncer, algún medicamento o tatuajes.
Medicamentos que pueden causar uveítis: rifabutina, etanercept, bifosfonatos, cidofovir, sulfonamidas, latanoprost.
Los tatuajes en cualquier parte del cuerpo también pueden provocar uveítis. Especialmente aquellos que fueron realizados en los pasados seis a doce meses, aproximadamente. Podrían presentar inflamación, induración, irritación, prurito o picor junto a la uveítis.
Es sumamente importante descartar otros síndromes oculares que podrían enmascararse como uveítis, pero que no son enfermedades inflamatorias. Estos síndromes son más comunes en pacientes pediátricos que en adultes. Algunos de los síndromes de enmascaramiento son:

Tu oftalmólogo especialista en uveítis será la persona encargada de descartar las posibles causas principales y así recomendarte el tratamiento más adecuado.
Asociación a enfermedades sistémicas
En ciertos casos, la uveítis podría ser causada por alguna enfermedad sistémica; es decir, una enfermedad que afecta varios órganos del cuerpo. Esta podría ser alguna infección o enfermedad autoinmune. Tu oftalmólogo estará encargade de velar por la salud de tus ojos pero, en caso de existir la posibilidad de la asociación de una enfermedad sistémica, podría referirte a otre médico especialista.
La uveítis no infecciosa podría estar asociada a enfermedades autoinmunes sistémicas. Este tipo de enfermedades suele ser de origen reumático, gastrointestinal o neurológico. Debido a la gran composición de tejido conectivo en los ojos, enfermedades que afectan este tipo de tejido en cualquier parte del cuerpo también podrían afectar los ojos. De igual forma, enfermedades del sistema gastrointestinal o nervioso también podrían causar síntomas y manifestaciones oculares. En muchos casos de uveítis no infecciosa, les pacientes NO reportan presentar síntomas en otras partes del cuerpo ni han sido previamente diagnosticades con alguna enfermedad autoinmune. Por tal razón, no es inusual que un primer episodio de uveítis sea la primera manifestación de autoinmunidad para muches pacientes y que, posteriormente, comiencen a desarrollar los demás síntomas asociados a la enfermedad sistémica autoinmune causante su uveítis. Un ejemplo de ello es el caso de Jack Osbourne, quien fue diagnosticado con esclerosis múltiple luego de ser evaluado por cambios en su visión.
La revisión de todos los sistemas del cuerpo es un aspecto importante para establecer un diagnóstico diferencial en caso de existir la posibilidad de la asociación a alguna enfermedad sistémica. Ciertas señales de particular importancia son:
Síntomas generales
Malestar general
Dejar caer objetos involuntariamente
Alguna de las siguientes sensaciones en algunas partes del cuerpo, especialmente en las extremidades y/o rostro: adormecimiento, parálisis, hormigueo, «pinchazos», frío/calor, presión, etc.
Desmayos
Convulsiones
Fatiga o cansancio excesivo
Mareo o vértigo
Pérdida de apetito
Aumento o pérdida de peso no intencionada
Fiebre recurrente o persistente
Resfriado o sudor nocturno
Inflamación de nódulos linfáticos
Pérdida de balance y/o coordinación
Sensibilidad a la luz solar o artificial
Síntomas en la cabeza
Adelgazamiento o pérdida de cabello
Pérdida de pigmento en el cabello (parches blancos)
Dolor de cabeza severo o frecuente
Irritación del cuero cabelludo
Dolor o rigidez en el cuello
Síntomas en los oídos
Tinnitus o «timbre auditivo»
Disminución o pérdida de audición
Infección de oído severa o recurrente
Inflamación de los lóbulos de las orejas
Síntomas en nariz y boca
Síntomas en nariz y boca
Resequedad en los ojos y boca seca
Sangrado de la nariz recurrente o severo
Sinusitis, congestión nasal y/o sangrado nasal
Infección en dientes o encías
Inflamación de las encías
Síntomas cardiovasculares
Dolor de pecho
Inflamación o hinchazón de las piernas
Hematomas fáciles o frecuentes
Sangrado fácil o frecuente
Síntomas respiratorios
Resfriados frecuentes o severos
Tos recurrente o crónica
Tos con sangre
Infección viral reciente
Asma
Dificultades respiratorias o falta de aliento
Síntomas en huesos y articulaciones
Dolor, rigidez o hinchazón en las articulaciones
Dolor de espalda
Dolor de espalda baja
Dolor de espalda al dormir o despertar
Dolor muscular
Síntomas en la piel
Úlceras en zonas mucocutáneas del cuerpo: boca (aftas), nariz, genitales y/o perianales
Disminución o pérdida de pigmento en la piel o cabello: vitíligo o poliosis
Sarpullidos, irritación o rashes en la piel
Úlceras en la piel
Comezón en la piel
Lesiones acneiformes en el rostro o cuerpo
Insolación fácil al exponerse a la luz solar (fotosensibilidad)
Inflamación en la piel de las piernas: tromboflebitis superficial o eritema nodoso
Dolor en las dedos de manos o pies al exponerse al frío
Cambio de color en dedos de manos o pies al exponerse al frío
Piel amarillenta
Síntomas gastrointestinales
Indigestión o problemas gastrointestinales
Dificultad para tragar
Estreñimiento
Diarrea recurrente o severa
Sangre en la excreta
Úlceras en el tracto digestivo: boca, estómago, intestinos, ano
Indigestión o problemas gastrointestinales
Incontinencia
Síntomas genitourinarios
Problemas renales
Incontinencia urinaria
Sangre en la orina
Secreción en uretra
Úlceras genitales
Prostatitis
Dolor testicular (epididymitis)
Otros
Riesgo de exposición a infecciones de transmisión sexual
Riesgo de exposición a tuberculosis
Riesgo de exposición al virus de inmunodeficiencia humana (VIH)
Ingestión de carnes crudas o agua no potable
Contacto con animales: perros, gatos, caballos o ganado
Picaduras de insectos o garrapatas
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